lunes, 30 de agosto de 2010

LAS FARC-EP Y UNASUR

La carta enviada por las FARC-EP a UNASUR solicitando un espacio para presentar el conflicto colombiano, buscando convocar a la comunidad de naciones a contribuir en la construcción de la salida negociada, amerita, una reflexión sobre esa posibilidad, en un contexto en el cual se modifica la naturaleza de la guerra y cambia de sentido la negociación política. Un par de preguntas que es necesario formularse son: ¿desde donde están leyendo el momento político regional las FARC? y ¿Cuál creen es el tipo de guerra que están enfrentando?...
 
El nuevo gobierno ha venido hábil y rápidamente reconstruyendo las relaciones con los países latinoamericanos y en particular con los que conforman y lideran UNASUR: Ecuador -país que tiene temporalmente la presidencia del organismo que ha sido concebido como un espacio para la interlocución de los gobiernos de la región- ha mostrado la mayor disposición para restablecer las relaciones con Colombia y los pronunciamientos de su cancillería dan casi por superadas las dificultades. El encuentro entre los presidentes Santos y Chávez dio por terminada la crisis con Venezuela, inicio un proceso rápido de trabajo en mesas binacionales sobre los aspectos más críticos de la relación y la necesidad de atender las urgencias de la población de la frontera. Pronto se producirá la reunión con el primer mandatario de la región, Ignacio Lula Da Silva, que seguramente fortalecerán las relaciones con Brasil en temas comerciales, pero también de seguridad. Los gobiernos de Perú y Chile respaldan incondicionalmente al gobierno colombiano por su afinada política. Uruguay, Paraguay, Argentina e incluso Bolivia se moverán en el ámbito de la diplomacia internacional, sin comprometerse. Total el escenario para presentar esa propuesta es potencialmente adverso y “atemporal”.
 
Es indiscutible que las condiciones han cambiado en cuanto a las relaciones políticas en la región desde la época de las reuniones del Grupo de Rió, donde el choque de miradas y saludos de los presidentes Uribe y Correa llenaban de escepticismo el panorama político regional, se producían acalorados debates en las Cumbres de UNASUR sobre los apoyos al terrorismo y la presencia de bases militares estadounidense en la región con plataforma de operaciones a Colombia; hoy, se expresa una clara voluntad política de recuperar las relaciones entre los países vecinos con el beneplácito de la comunidad Suramericana. La Corte Constitucional le bajo el tono a la presencia de dichas bases militares, sin que ellos signifique que el acuerdo haya sido relegado. 
 
Total, las FARC- EP se equivocan si se creen con “autorización” para enredar en las vicisitudes de sus propias lógicas de guerra y enemistad, a los gobiernos vecinos y a sus respectivos procesos de construcción democrática alternativa, con todos los problemas que tienen y a puertas de periodos electorales, que definen, como en el caso venezolano  la continuidad de un proyecto que tiene que enfrentar grandes dificultades internas en todos los aspectos.
 
No existe la menor duda en la comunidad internacional y en los sectores democráticos del país que un proceso de diálogo y negociación que conduzca de manera definitiva a la solución negociada sería respaldo de manera solidaria y efectiva por el conjunto de naciones, no solo de la región, sino del mundo entero. Una gran cantidad de esfuerzos e iniciativas institucionales trabajan de manera silenciosa creando condiciones para que ese proceso madure, muchas veces, contra toda adversidad y señalamiento de las partes.  Pero, la inquietud que surge a cada paso es saber si, a ciencia cierta, las partes han tomado la decisión irreversible de comprometerse con la solución política negociada o, esa figura, se ha convertido en un lugar para oxigenar la guerra.
 
En el nuevo gobierno, la guerra se apresta para un gran cambio en su concepción política: Una reforma agraria contrainsurgente. Seguramente la nueva fase desarrollada por el Estado marchará de la mano de los campesinos y no precisamente de los batallones campesinos, sino de una agresiva e “innovadora” política de tierras y agraria que sumará a las familias en acción, los campesinos en acción, sobre todo en aquellas áreas de desarrollo estratégico en economías extractivas donde la política económica del gobierno espera encontrar los mayores recursos. La población campesina comenzará su repliegue hacia las políticas agrarias institucionales en las zonas de conflicto. La guerra militar seguirá dándose sin grandes resultados, pero la guerra política, que ha sido la más victoriosa en los últimos años, continuará erosionando la legitimidad de los proyectos insurgentes, con su nuevo destacamento de política agraria.

Es absolutamente claro que cada momento de la guerra tiene una agenda de negociación distinta y esa agenda se ha modificado sustancialmente. La superación de las causas estructurales de la violencia de las que habla Cano, no pueden ser hoy leídas de misma manera que hace cincuenta o diez años. Y menos, colocarlas como puerta de entrada a un proceso de negociación política, porque seguramente esa barrera seria insuperable, lo cual no significa tampoco renunciar a cambiar la situación que vive el conjunto de la población en materia de necesidades, urgencias y ejercicio pleno de derechos. Es totalmente claro que este país rico es uno de los más pobres e inequitativos del mundo. Pero la solución política debe centrarse en lo político, esto es, en las maneras de profundizar la democracia en todas sus posibilidades, de tal forma, que el conjunto de la población y de sus fuerzas democráticas y políticas, vayan encontrando la solución a los problemas estructurales de la nación que no se han podido encontrar por la vía de la guerra.
 
Desde esta modesta columna le hago un llamado a los secuestrados que están en las profundidades de la selva, para que en un acto humanitario, ¡liberen a las FARC!, de tal manera que puedan tener el tiempo suficiente para pensarse en tiempo real en la  solución política negociada. 
 
 
Carlos Medina Gallego
Docente – Investigador
Universidad Nacional de Colombia
 
Agosto 27 de 2010

1 comentario:

  1. Estimado profe
    Me enteré en los últimos dias de las amenazas de las que fue objeto. Que lástima que la intolerancia en este país desemboque en la censura de la vida y de las letras.

    Me tomé el atrevimiento de publicar su último artículo en muestra de solidaridad. Espero no le moleste y no le moleste que siga publicando algunos de sus análisis, ya que me parecen muy pertinentes.

    Por último le envío un mensaje de solidaridad y le ofrezco lo poco que he aprendido manejando estos blogs, para lo que necesite.

    Santiago Peña Aranza
    Director de La Tribuna
    Estudiante suyo en la UN

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